Gran Canaria La Caja de Canarias necesitó su mejor melodía para ser campeón (75-93).

Hay finales que tienen dos campeones. Cosas del deporte. Tan cruel a veces. Tan benigno otras. Un vencedor es el que levanta el título, el otro, el que contre casi tantos méritos como para llevárselo a casa, pero que acaba por ver como viaja hacia tierras lejanas. La final jugada por Gran Canaria y Mataró se ajustó a la perfección a este modelo.

El triunfo de Gran Canaria La Caja de Canarias adquiere más brillo por la oposición del Mataró. Las catalanas, dirigidas magistralmente por Jordi Vizcaíno, consiguieron lo que nadie en este torneo y en otros en los últimos años, asustar al conjunto de Begoña Santana. Durante los dos primeros cuartos, el partido tuvo el color morado 'Lakers' del Mataró.

Gran Canaria sufrió para ponerse al ritmo de las catalanas. Claret, Vila, Mariona. Todas era una para complicar las opciones de las insulares. Apretaron al máximo la zona interior y casi todo se tuvo que jugar por fuera.

Mataró mandó en el marcador durante lo dos primeros cuartos. Aunque acabó cediendo al final del segundo. Parecía que arrancaba el ciclo gran canario. Ni mucho menos. Las catalanas se recompusieron en el tercero y volvieron a ponerse por delante. Lo hacían cuando ya había empezado a verse la mejor versión de Patricia Cabrera y Leonor Rodríguez.

En el cuarto continuaron sin perder la tensión, pero poco a poco, triple a triple, Gran Canaria fue levantando el partido. Al final acabaron por romper la resistencia catalana. Pero la emoción ya estaba vivida. Sensaciones únicas para el público que abarrotó el San Jose alcarreño