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¡Hoy es un gran día!!!

Lunes, 9 de Febrero de 2009

¡Hoy es un gran día!!! (2009 BLANCA ARES Y SERGIO SCARIOLO)

¡Hoy es un gran día!!!

Hoy es un gran día para mí. Acaban de nombrar a mi marido Seleccionador Nacional Español, todo un mérito no perteneciendo de nacimiento a este país, aunque en un cincuenta por ciento pertenece de corazón. Mi marido se llama Sergio Scariolo y yo, como ya habréis adivinado, soy Blanca Ares.

Hace ya mucho tiempo que Domingo Díaz y Begoña Santana, me pidieron que escribiera unas líneas para vosotros, y yo, pacientemente lo he ido dejando pasar hasta encontrar el momento oportuno. Creo que hoy es el día.

Creo que hoy es el mejor día porque me parece que no ha pasado tanto tiempo desde aquella niña que se presentó en el Rodríguez Monroy, hasta el día de hoy en el cual tengo un sentimiento de felicidad y orgullo. En cambio, sí, ha pasado mucho tiempo.

Cuando llegué a Las Palmas, allá por el año 1981, no tenía ninguna intención de jugar al baloncesto ni a nada que se le pareciera. Era una niña normal, altita, y llena de rabia por habernos tenido que trasladar desde Madrid por "culpa" del trabajo de mi padre.

Pero, de repente, una persona cambió mi vida, pero no solamente durante el tiempo que estuve en activo, si no que cambió mi vida en el sentido más amplio de la palabra, porque desde ese día se empezó a forjar mi carácter, que más tarde me llevaría a conseguir todos los logros que me propusiera, cualquier cosa que se me metiera en la cabeza, desde deportivos hasta personales, y aquí estoy, aquí he llegado... por el momento.

Tuve que inventar una gran mentira, porque ya que había aceptado la propuesta de Mingo de ir al día siguiente al Rodríguez Monroy, lo que no iba a permitir es pasar por una pardilla que nunca había tocado un balón, que es lo que era. Así que me inventé que venía del Canoe, el club más puntero que en aquel momento había en España y que era más o menos una CRACK.

Realmente, la mentira me duró poco, porque en cuanto Bego posó los ojos en mí descubrió de inmediato que ¡no tenía ni idea!

Pero, algo vio en mí para no darme una patada en el culo y botarme por mentirosa, ¿sabéis que creo que vio? Una voluntad inquebrantable, un afán de perfeccionismo fuera de serie, un orgullo insultante, y sobre todo muchas aptitudes para: ¡barrer el Rodríguez Monroy!

Ahora, cuando quieren castigar a las niñas las ponen a hacer gradas, a mí, me ponían a barrer. Por eso, creo, ¡no he vuelto a coger una escoba en mi vida!

Los recuerdos son muchos, todos buenos, porque como pasa siempre en la vida, los malos momentos se esfuman en cuanto te ocurren cosas buenas, el ser humano es así, así estamos hechos, porque, ¿de qué sirve lo contrario?

Mingo y Bego fueron unos padres para mí, y como pasa siempre con los padres, a veces te hacen sufrir para sacar lo mejor de ti. Intentan moldear tu carácter sin quitarte tu esencia, y evitan que te equivoques en la vida haciéndote ver el efecto que pueden tener tus errores. Ellos lo hicieron así conmigo y hoy en día se lo agradezco de corazón.

Recuerdo que nos tenían del Tingo al Tango, hablo de Patricia Hernández, Oranda Rodríguez y yo. Había días que entrenábamos en tres equipos diferentes. Empezábamos con el cadete, seguíamos con el junior y después nos íbamos al Obispo Frías con el sénior. Entrenábamos alrededor de cinco horas diarias, y el viernes era el día decisivo de la semana. Ese día Mingo nos reunía a las tres y nos decía cual de nosotras viajaría el fin de semana con el primer equipo. Ir con el sénior era el sueño de cualquiera de nosotras y nos llevábamos una gran decepción si no éramos las elegidas. Yo, os podéis imaginar, me metía en la cama el viernes por la noche y no salía hasta el Lunes para ir al Instituto. ¡De esto puede dar fe mi madre!

Al principio, la elegida solía ser siempre Patricia Hernández, una gran base, una niña dócil, nada problemática y muy, muy cariñosa, que adoraba el suelo que pisaban Mingo y Bego. Pero, si hasta viendo la página web del club, y revisando las fotos, me he dado cuenta de que ¡Patri siempre posaba como Bego!

Yo, en cambio, no era igual, era rebelde, inconformista, cabezona y demasiado orgullosa. (Sigo igual, no os penséis).

Cuando pienso lo que sufría por tener que quedarme en casa, y me vienen a la cabeza aquellos viajes kilométricos, doce jugadoras repartidas en dos coches, comiendo un pollo que comprábamos por el camino, con Gloria Cabrera fumando como una carretera y ¡¡¡¡echando el humo para atrás!!!! Madre mía, ¿no estaba mejor en casa?

Pues no, eso era mi vida, esa era mi familia, y todas teníamos un objetivo común, que era hacer del club una referencia en el baloncesto femenino español, y creo que tanto nosotras como aquellas que vinieron detrás lo hemos conseguido con creces. Conseguimos afianzar el equipo en la primera división, conseguimos que muchas de nosotras fuéramos imprescindibles en la Selección Española, conseguimos ser unas mejores personas comprometidas siempre con las compañeras en busca de un fin común, y conseguimos que los otros equipos cuando oían hablar del Casa Galicia, Kerrygold, Reales, etc. ¡¡¡se echaran a temblar!!!

También tuve decepciones, ¡¡y gordas!! Porque, ¿no sé por qué?, en mi vida nunca ha existido el término medio. Recuerdo cuando me llevaron por primera vez a la Selección Nacional Junior, creo recordar que fue en Granada en pleno mes de Agosto. Patri y yo éramos tres años más pequeñas que el resto de la seleccionadas, pero ambas estábamos convencidas que éramos mejor que ellas, además Mingo y Bego habían hecho su correspondiente trabajo de mentalización con nosotras y lograron convencernos de ello, y es que además ¡¡¡lo éramos de verdad!!!

Pasamos todo el mes de Agosto concentradas, con un calor de 45 grados a la sombra, y os juro, que mis entrenamientos fueron impecables, a muerte todos los días, como si estuviera jugando la final de la copa de Europa. Vamos, ¡¡¡que estaba convencida de que yo tenía mi puesto asegurado!!!

Llegó el día de los descartes, y viendo la televisión, por la noche, los seleccionadores Manolo Coloma y Francesc de Puig me llamaron a su habitación. Tumbados ambos en la cama, me comunicaron que lo había hecho estupendamente, que estaban muy contentos conmigo, que bla, bla, bla y que me volvía a casa, y además lo que todavía era peor, que ¡¡¡Patri se quedaba!!!

Comprended que no era lo mismo volvernos las dos, que una lo hubiera conseguido y la otra no. Si hubiésemos vuelto juntas, todos habrían pensado que era normal, que íbamos como invitadas, y que ya era un premio el haber estado allí. Pero al quedarse Patri, ella había triunfado, lo había logrado y yo, había fracasado.

Entre lágrimas y a la vuelta de Granada les juré a Mingo y Bego que nunca más me volvería a pasar una cosa igual, que me iba a convertir en insustituible en la Selección, que nunca más dejaría de estar en ella. Fue mi punto de inflexión, mi primera y última decepción, el catalizador de toda mi rabia.

El día que me retirara lo haría por la puerta grande, habiéndolo logrado todo, ganando títulos deportivos comunes e individuales, que para mí también son importantes porque te hacen motivarte extra, no es de egoístas, no os equivoquéis, es bueno tener retos individuales en un deporte de equipo siempre que contribuyan a hacer que tu equipo gane, que es de lo que se trata, ¿no? Y, sobre todo, prometí, que el día que me retirara, lo haría porque a mí me diera la gana y nadie me volvería a echar de ningún sitio, ¡¡¡¡qué sentimiento de fracaso y vergüenza!!!!

Por eso, cuando me retiré nadie lo entendió. Tenía 26 años, estaba entre las tres mejores jugadoras de Europa por tercer año consecutivo, había estado entre las 5 mejores jugadoras del mundo en el Mundial de Australia, vivía del baloncesto, tenía una oferta millonaria para irme a jugar a Brasil con mi gran amiga Paula Gonsalves, acababa de renunciar a jugar el primer año en la WNBA, la primera jugadora europea a la que llamaron los gringos, que ¿por qué me iba???

Porque quería irme a lo grande y en el mejor momento de mi carrera, siempre creí que una retirada a tiempo es una victoria. Además ya lo había conseguido casi todo y me faltaba motivación, ¡¡¡no quería engañar a nadie!!!

Para mí, el baloncesto siempre fue una pasión, nunca un negocio.       


Blanca Ares Torres (De Wikipedia, la enciclopedia libre)

Blanca Ares Torres
Origen:    Madrid, (Madrid), España 

Fecha de nacimiento:    30 de diciembre de 1970

Altura:    1,80 m

Posición:    Alero

Otras actividades:    Licenciada en Ciencias de la Información

Medallero: España Oro    Eurobasket Perugia 1993

Blanca Ares Torres, fue una jugadora de baloncesto española, que ocupaba la posición de alero. Nació el 30 de diciembre de 1970, en Madrid. Después de retirarse de las canchas de baloncesto, ha ejercido de periodista en la revista Gigantes, Sportmanía y Punto Radio Málaga. Sus logros deportivos más importantes fueron el ganar el Campeonato de Europa con la selección absoluta del año 1993 en Perugia (Italia), el año anterior, en los Juegos Olímpicos de Barcelona el equipo español consiguió un meritorio quinto puesto y Diploma Olímpico, y a nivel de clubes ser Subcampeona de Europa en el año 1994 con el Dorna Godella.
Vida Privada
Está casada con el entrenador italiano Sergio Scariolo, con el que tiene dos hijos (Alessandro y Carlota).
Reconocimiento
Una instalación deportiva de baloncesto lleva su nombre en la ciudad madrileña de Leganés.